Cerro Ventana: morada del Dios del Mal
Las Sierras de la Ventana fueron escenario de diferentes batallas entre los mal llamados “Indios” y el... Leer más →
La experiencia de visitar el antiguo y abandonado cementerio en las Termas de Carhué, junto al lago Epecuén, es una mezcla de dolor, tristeza y admiración.
La desolación que provocan las tumbas, el deterioro por la inundación y la acción del hombre demoliendo las cúpulas que sobresalían del agua, es solo compensable por el efecto del sulfato que deja blanco todo lo que toca, más algunas lápidas intactas de llamativa calidad artista.
En 1985 una sudestada sepultó el destino de una de las villas turísticas más pujantes de la época en la provincia de Buenos Aires. Ubicada a 11 kilómetros de Carhué, la localidad de Epecuén tenía una población estable de 1.500 personas y la capacidad para recibir 5.000 visitantes. Todo quedó bajo el agua cuando se perforó el terraplén que contenía la fuerza del lago Epecuen.
Las ruinas muestran tumbas semi derruidas, algunas reconstruidas y la zona donde se ubicaban los nichos que fue dinamitado y solo quedan pilas de escombros. Sumado a estos, se encuentran los árboles petrificados por la sal que tienen una forma única.
Un cementerio abandonado por una inundación que rompió la mayoría de las tumbas pero siguen suficientemente en pié como para darle un aspecto espeluznante y artístico a la márden del lago termal en Carhué.
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