Alucinógenos en las Sierras de la Ventana
Más de uno se debe haber cruzado caminando por allí bajo algún bosque de pinos... Leer más →
El 21 de enero de 1921 un visionario en la materia, don Arturo Vatteone, inauguraba un pequeño balneario a orillas del Lago Epecuén. La salina húmeda de alrededor de 7000 hectáreas por aquel entonces, se presentaba imponente con sus playas cubiertas de gruesas capas de sal.
Desde aquel día Lago Epecuén comenzó a convertirse en una realidad para el turismo de salud de la República Argentina.
Sus aguas altamente mineralizadas producen efectos realmente asombrosos en quienes aprovechan sus bondades, enfermedades como la artritis, artrosis, psoriasis y diversas enfermedades de la piel, son tratadas con asiduidad a lo largo de estos casí noventa años.
No existe el milagro en las aguas curativas de Epecuén, estudios realizados desde 1896 en adelante explican que la altísima condensación de minerales en conjunto con la gran salinidad comparable unicamente con el Mar Muerto, producen efectos ciertos en el organismo y esos efectos son analizados y controlados por profesionales de la salud que conocen y apoyan el desarrollo de la actividad termal.
El boca a boca de los primeros años entre quienes descubrían las virtudes de las aguas curativas de Epecuén, produjo un fenómeno de crecimiento que se consolidó en una villa turística de más de 7000 plazas que lamentablemente por una acción erronea de los hombres en el manejo de la cuenca hídrica de las Encadenadas, terminó despareciendo bajo las aguas del mitológico lago.
Hoy Lago Epecuén sigue estando con sus mismas propiedades, con la misma mística entre quienes lo descubren hoy y quienes lo conocen desde siempre…
Lago Epecuén y sus aguas curativas no es una simple promesa publicitaria, es una realidad avalada por generaciones de Argentinos que la conocieron y disfrutaron y de las generaciones actuales que la redescubren en un entorno ideal hoy con sus servicios emplazados en la ciudad de Carhué, a 520 kms. de Capital Federal con modernas instalaciones para la atención del turista y todas las posibilidades de encontrar la tranquilidad y el placer de una recuperación integral del cuerpo y la mente… por estas razones vale la pena redescubrir.
Escrito por Ariel Sewald